Un aceite excepcional

La campaña de recogida de oliva negra que comenzó en el Bajo Aragón a mediados de noviembre ha finalizado. Casi cuatro meses, en los que el agricultor recoge con ilusión el esfuerzo y trabajo de todo el año.
Los olivos, este año tuvieron una floración abundante y espectacular, y una posterior caída del exceso de flores. También fue un buen verano para el crecimiento y maduración de la oliva, pero sin embargo, la climatología no acompañó para la recogida de la buena cosecha que se esperaba.
En la actualidad, el campo aragonés está muy mecanizado, y principalmente la recolección se hace con máquinas especializadas que cogen la oliva del árbol. Una vez en la almazara, las olivas de vuelo, es decir las cogidas del árbol, se seleccionan y las olivas de mayor tamaño se separan para preparar aceituna de mesa. El resto entra en el proceso de elaboración del aceite de oliva virgen extra.
La oliva negra, que está en el punto óptimo de maduración va a depósitos preparados para alimentación, donde sólo con agua y sal lleva un proceso de fermentación durante varios meses. Cuando ya ha terminado este proceso, podremos empezar a probar la oliva negra de mesa, llamada "aragonesa".
El resto de olivas de vuelo, van a la lavadora, con agua corriente, para limpiarlas totalmente de las impurezas que pudieran llevar. Al entrar en la sala de elaboración del aceite, la oliva se moltura para obtener una pasta uniforme. Solo por medios mecánicos y a temperatura ambiente se extrae el aceite de la pasta, por lo que se obtiene puro zumo de aceite de oliva. Este aceite ya se puede consumir, sin embargo, es conveniente unos días de reposo para que se pose en el fondo los elementos que contiene. El aceite está preparado para filtrar, envasar y poder degustar en nuestros hogares un excepcional aceite de oliva.
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